Para ayudar a un joven con ansiedad, el escenario dice más que mil palabras

La ansiedad en jóvenes va en aumento. Y desde una perspectiva local, en Lima va incrementándose y las familias lo están sintiendo. Según el Ministerio de Salud del Perú (MINSA), el 29.6% de los adolescentes entre 12 y 17 años están en riesgo de sufrir problemas de salud mental o emocional, incluyendo ansiedad y depresión (MINSA, 2021).

Las familias lo pueden notar en casa: aislamiento silencioso, dificultad para dormir, explosiones emocionales o falta de motivación. Y los jóvenes lo sienten, pero no siempre saben a dónde acudir.

¿Y si una de las herramientas más efectivas para lidiar con la ansiedad ha estado frente a nosotros todo este tiempo?

En Spotlight, llevamos seis años observando cómo el teatro musical se ha convertido en un espacio clave para que los jóvenes desarrollen resiliencia, una habilidad fundamental para afrontar la ansiedad y otros retos de salud mental.

Movimiento, Música y Salud Mental

El teatro musical combina canto, actuación y danza—tres prácticas que activan tanto el cuerpo como la mente:

  • El canto fortalece la conexión entre la respiración y el cuerpo. Respirar de forma controlada puede reducir la ansiedad al activar el sistema nervioso parasimpático, que ayuda a calmar el cerebro.
  • El baile libera tensiones físicas y promueve la integración cuerpo-mente. Este tipo de movimiento mejora el estado de ánimo, el enfoque y la regulación emocional.
  • La actuación permite explorar emociones difíciles en un entorno seguro, lo que ayuda a desarrollar empatía, seguridad y adaptación.

Y, quizás lo más importante: el teatro musical ofrece un espacio seguro para equivocarse.

Equivocarse no es un problema. Es parte del Proceso

Una de las lecciones más valiosas del teatro musical es que equivocarse y continuar es parte del camino. En otras palabras, enseña resiliencia.

En muchos entornos escolares, el error se ve como algo que hay que evitar. Los estudiantes son evaluados por exámenes estandarizados, y una respuesta incorrecta puede sentirse como un fracaso. Muchos adolescentes aprenden desde temprano a tenerle miedo a equivocarse, o incluso evitan enfrentarse a retos por completo. Pero el error es clave para aprender y crecer emocionalmente.

En el teatro musical, los estudiantes olvidan sus líneas, se equivocan en las entradas, cantan desafinados o tropiezan con la coreografía. Y aun así, regresan al día siguiente, lo intentan de nuevo y mejoran poco a poco. El espacio teatral normaliza el error, ofrece retroalimentación honesta pero constructiva, y celebra el aprendizaje gradual por encima de saberlo todo desde el principio.

En lugar de escuchar “Eso está mal” o “No lo lograste,” escuchan: “Inténtalo otra vez. Vamos a resolverlo juntos.”

Ese tipo de aprendizaje puede cambiar la manera en que enfrentan el miedo. En lugar de cerrarse, se adaptan. Desarrollan resiliencia emocional, constancia y la capacidad de enfrentar retos sin rendirse… y se divierten en el proceso.

Las artes no son un simple complemento

En tiempos de incertidumbre, las artes escénicas no son un ‘estaría bien tenerlas'». Son esenciales. Estamos preparando a los jóvenes para un mundo que cambia rápidamente.

Cuando entren al mundo laboral, muchas de las habilidades técnicas que aprenden hoy ya estarán desactualizadas. Lo que realmente marcará la diferencia será su capacidad de adaptarse, comunicarse, pensar críticamente, colaborar y liderar con creatividad y empatía.

El teatro musical cultiva todo eso. Enseña presencia, flexibilidad, resolución de problemas y fortaleza emocional. Les da la oportunidad de arriesgarse, equivocarse y recuperarse. Les permite ser ellos mismos sin filtros.

Para jóvenes que se sienten ansiosos o desorientados en un mundo cambiante, las artes pueden ofrecer pertenencia y una transformación real.

Juego Estructurado que Construye Resiliencia

Algo que pocas veces se reconoce del teatro musical es que convierte el aprendizaje en algo activo, social y con propósito.

El Teatro Musical es uno de los pocos espacios donde se combinan la disciplina, la emoción, la creatividad y la diversión, de forma estructurada.

Los estudiantes ensayan, corrigen y colaboran con un objetivo común: presentar una obra para un público. Enfrentan retos reales y comienzan a comprender que lo que aportan al grupo sí importa.

Este tipo de experiencia les permite apropiarse de su proceso de aprendizaje. Trabajan por algo tangible, guiados por el propósito y motivados por la curiosidad.

De hecho, el Harvard Center on the Developing Child (o Centro sobre el Desarrollo del Niño en la Universidad de Harvard) señala que el juego estructurado ayuda a desarrollar la arquitectura cerebral necesaria para la resiliencia, la adaptabilidad y el bienestar emocional.

Para quienes están luchando con ansiedad, este tipo de estructura creativa puede marcar la diferencia. Les da la oportunidad de involucrarse por completo—a nivel físico, emocional y social—en un entorno que impulsa el crecimiento sin dejar de exigir excelencia. Es un tipo de aprendizaje muy distinto al que ofrece el aula tradicional.

Un Camino Posible

Ya sea un padre o madre buscando apoyar a tu hij@ o un joven buscando una salida a tu ansiedad, esto es lo que hemos visto funcionar en Spotlight: Enfrentar un reto creativo y exigente. Algo que te obligue a moverte, hablar, actuar y colaborar, especialmente cuando te sientes incómodo.

Te dejamos este reto: haz una sola cosa que te cueste. Aprende una coreografía difícil. Párate y canta en un idioma que aún estás aprendiendo. Ensaya una escena que te pida hablar con claridad, incluso si se te quiebra la voz. Trabaja con otros, incluso cuando prefieras quedarte en tu cuarto scrolleando en tus redes sociales.

En Spotlight, creamos un espacio para que los jóvenes hagan cosas difíciles de forma auténtica, acompañada y significativa. No para impresionar a nadie (excepto a ellos mismos). No para ser perfectos. Sino para enfrentar lo que les cuesta y salir fortalecidos.

Si esto te suena a algo que intentarías, ¡Únete a nuestros próximos talleres!

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